jueves, 14 de junio de 2012

Siguiendo los pasos de Sexo en Nueva York

Una serie que ha marcado en los corazones de las fashion victims, cuya estela recorre toda la isla de Manhattan, con lugares que solo se visitan porque fueron testigos de las vivencias de Carrie Bradsaw y sus amigas. 


La primera vez que fui a Nueva York, mi madre llevaba en un cuaderno anotadas direcciones de la serie Sexo en Nueva York que sus amigas le habían pasado. Yo no entendía muy bien porqué, y que ella nunca ha visto la serie, pero se encargó de explicármelo: la fama que tenían algunos sitios gracias a la serie era tal, que resultaría 'pecado' ir a la Gran Manzana y no tomarse un pastelito de Magnolia Bakery



El número 66 de Perry St. en Greenwich Village siempre tiene alguien en la puerta fotografiándose. Por las escaleras de ese edificio, bajaba Carrie Bradsaw, interpretada por Sarah Jessica Parker, con sus 'manolos' todas las mañanas. Los vecinos, hartos de las continuas visitas, decidieron poner un cordón en la puerta para evitar la subida de los curiosos. 



No muy lejos se encuentra la pastelería Magnolia Bakery, donde la escéptica Miranda compraba sus caprichos más dulces en sus momentos de debilidad. En el propio West Village se puede ojear la tienda de muebles Furniture Company, donde supuestamente trabajaba Aidan, ex novio de Carrie, y donde ella compró un sofá solo para seducirle. En el mismo distrito se encuentra la parada más 'picante', Pleasure Chest, la juguetería sexual donde está Rabbit Pearl, el juguetitó que extasió a la recatada Charlotte.



Si la cuestión es comer, nada mejor que un brunch en Pastis, un restaurante de estilo francés situado en el corazón del Meatpack District, donde supuestamente vivía la liberal Samantha. En este pequeño, y siempre lleno restaurante te imaginarás a las propias chicas de la serie compartiendo anécdotas y cotilleos mientras degustan los famosos huevos benedict. 
Otros emblemáticos restaurantes son el Eleven Madison Park, en el que Carrie se entera que Mr. Big está comprometido, o Il Cantinori, restaurante italiano donde celebra una de sus fiestas de cumpleaños, aunque finalmente nadie aparece. No podemos olvidar el famoso Dean & Deluca, un mercado delicatessen con barra para comer; delicioso. Personalmente, mi favorito es el del SoHo, porque a través de las cristaleras puedes ver a el ambiente más fashion de Nueva York. Algo más exótico es el Sushi Samba, en el que Samantha escucha a Richard pidiéndole disculpas por su infidelidad, a lo que esta le tira el Dry Martini en la cara. 





Una parada en esta ruta del arte y comercio nos lleva a la galería Louis K. Meisel, donde la adorable Charlotte formó parte de su staff. También está el MOMA, cuya ampliación se encuentra enfrente de la meca del calzado, la tienda del canario Manolo Blahnik. Y seguimos hablando de arte, sus zapatos, con los que Carrie enloquecía, son muestra de ello. Los zapatos eran su obsesión, hasta tal punto que en un episodio soltó esta interesante cita: "sabrás que te empiezas a hacer mayor cuando tu edad supera tu talla de zapatos". Una pena para mí envejecer a los 37. 
Las tiendas fetiche de las chicas se encuentran esparcidas por toda la ciudad, pero algunas como Barneys, Marc Jacobs, Hermés o Prada no pueden escapar de tu radar. 



Una parada obligatoria en Nueva York, independientemente de la serie, es la Librería Nacional, donde la entrañable escritora es plantada por Mr. Big el día de su boda, o el Central Park, en el que tienen una de sus primeras citas, en la que ambos caen al estanque, haciendo que su 'pochette' de Dior se pierda en el turbio agua, o donde ambos pasearon en coche de caballos por la noche. Tampoco puede faltar el típico paseo por la Quinta Avenida, que las cuatro amigas se hicieron una y otra vez. 



Siguiendo el recorrido, nos acercamos al distrito financiero, donde hay una curiosa tienda de ropa de diseñador a precio de ganga, los almacenes Century 21, a los que Carrie nunca pudo resistirse. No muy lejos está el ferry que lleva a Staten Island, el mismo que las chicas tomaron para ir a ver un desfile de bomberos.  



En el otro extremo de la punta de la isla, está el puente de Brooklyn, en el que Miranda y Steve se reconciliaron, aportando un toque romántico a la serie. Si le cruzamos, nos adentraremos en el barrio en el que la pelirroja nunca creyó que viviría, pero no tuvo más remedio que abandonar su querida Manhattan. Merece la pena ver anochecer en Brooklyn, para poder apreciar la fabulosa vista de Manhattan iluminado; todo un espectáculo. 

Ya por la noche, un cosmopolitan en la Brasserie 8?, o en el restaurante Jean George, en los bajos de la Torre Triump, te hará sacar tu faceta más "carrieadicta". 

Así acaba un día cualquiera en la vida de las cuatro amigas, que redescubrieron muchos lugares con encanto de la sensacional isla, convirtiéndolos en templos casi culturales para las millones de fans ansiosas por vivir su momento "Sexo en Nueva York". 

Como comentario adicional, he de decir que en el hotel donde nos alojamos estaba situado el restaurante Asia de Cuba, muy conocido en la ciudad, donde curiosamente compartieron mesa Carrie y su novio artista Alexadr Petrovsky. No, si lo raro en Nueva York es no visitar, aunque sea por accidente, un escenario de la popular serie. 


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